STELLA TICERA

Ticera builds her work from the emotive symbolic superimposition of what is happening around him. Translating these forces to the languages of drawing, video or performance allows him to confront dreamlike and chaotic spaces in the same support. The power of what is in movement and subject to change, the information of the body as a starting structure and the imminence of events as something to work on, are the territories on which his work moves.

Selected Works

Sin título, de la serie Imán
2022 Drawing, graphite pencil and India ink on marouflage paper on canvas. 150 x 100cm
Sin título, de la serie Imán
2022 Drawing, graphite pencil and India ink on marouflage paper on canvas. 150 x 300cm
Sin título
2022 Video Duración: 05' 23"
La planta de las mariposas
2021 Drawing, pencil, graphite, colored pencils, watercolors and tulle on marouflage paper on canvas. 150 x 113cm
Sin título
2021 Graphite pencil drawing on Finnish paper. 100 x 70 cm
La muerte por delante baila
2021 Experimental video Duración: 6´
Sin título
2020 Drawing, graphite pencil and acrylic on paper. 50 x 35cm
Siete galgos
2020 Drawing, colored pencils on paper. 150 x 280cm

STELLA TICERA CV

Born in the city of Santa Fe in 1999. She graduated in 2017 from the Juan Matovani Visual Arts High School, specializing in audiovisual. In parallel she took dance and theater classes with different teachers. Between 2018 and 2020 she attended the clinics and workshops of Curator Residency (San José del Rincón, 2018), Crudo Arte Contemporáneo (Rosario, 2019), Artistas por Artistas (CABA 2020). In 2020 she received the grant to reside at Talleres Abiertos Boca de Fuego at Munar Arte (CABA 2020-2021).

Lives and works in Capital Federal.

Individual exhibitions

2022
Imán, Ruth Benzacar Galería de Arte. Buenos Aires, Argentina.

2018
INSTANTANEISMO, Galería FUGA. Santa Fe, Argentina.

Group exhibitions

2022
Lo hago por mis Amigas, edificio Kávanagh. Buenos Aires, Argentina.

La larva y el Pantano, perfomance para Julia Padilla en Fundación Andreani. Buenos Aires, Argentina.

2021
La Boca Arrancada, muestra de les residentes de los talleres Boca de Fuego en Munar Arte. Buenos Aires, Argentina.

PrrmMmm, junto a Florencia Rodríguez Gilles y Francisco Montes, PM galería. Buenos Aires, Argentina.

LLaberguoki, junto a Nicolás Said, Constitución galería. Buenos Aires, Argentina.

2019
Mercado de Arte Contemporáneo, stand Fuga Galería. Córdoba, Argentina.

Psíquica Curiosa, performance junto a Natali Faloni, Fuga Galería. Santa Fe, Argentina.

2018
Video instalación, Bienal de Arte Joven (Santa Fe, Argentina)

2017
Invisibles y Salvajes, Museo Provincial de Artes visuales Rosa Galisteo. Santa Fe, Argentina.

Scholarships and Residences

2020/2021 Boca de Fuego. C.A.B.A, Argentina.

Texts

BARRO Y MIEL, Elías Leiro. 2022

Sentada en una silla, sentada en el piso, en cuclillas, con el ventilador prendido, inmóvil, con la mirada ausente, de pie, doblada sobre si misma, dibujando durante horas pude ver a Stella trabajar en su taller. Solo puedo figurar una analogía para nada ingeniosa ni sutil, de un animal agazapado, un animal grande y esbelto preparado para atacar. Su presa, a la que ataca en un rapto veloz de violencia desplegada, es el material que conforma su obra y en el que mediante su embiste comienzan a aparecer las figuras y materializarse los ambientes.

Espacios que toman cuerpo y son el registro de una experiencia y una experiencia en si misma: la exploración formal y personal del mundo. Un mundo que se erige y es destruido una y otra vez en el proceso creativo de investigación en las tensiones dinámicas entre lo interno y lo externo.

El depredador que muerde el cuello de su presa deja algo de sí. La tensión en los músculos, el movimiento de las partes de su cuerpo, su esfuerzo físico, pero también algo de otra categoría. La vulnerabilidad es la contracara de la entrega intuitiva a una configuración nueva. Ningún animal es más vulnerable que en el momento exacto anterior a atacar.

El valle es pegajoso, la presión baja nos envuelve y nos hace caminar pegados al suelo. Arrastrados por la corriente presenciamos el nacimiento de algo. Un animal se despide de sus crías. Un brillo se desprende del negro de la tierra mojada. Señales lumínicas de cortejo y advertencia. Camalotes flotando arrastrados por el agua movediza que casi se pueden tocar. Toda la superficie cubierta por líquenes.

Un reflejo se desvanece como el humo, no se puede ver para siempre el mismo río.

Un ritmo propio, un lenguaje que Stella va construyendo. Una coraza invisible que se quiebra y endurece al mismo tiempo. Pulsión vital del cuerpo. Un lenguaje que se va construyendo. Algo para ahuyentar un miedo. Algo que convierte esta tarde en esto otro. Un hechizo contra la oscuridad. Una cuestión de fe. Un viento joven y brillante.

LA ORUGA EN LLAVERGUOQUI, Malena Low. 2021

En Llaverguoqui, la muestra de Stella Ticera y Nicolás Said en la galería Constitución, se da una conversación que a más de une podría resultarle incómoda. La convivencia entre sus obras me parecía, hasta haber ido, una combinación inusual. Las imaginaciones parecían muy diferentes: la de Nico, truculenta, detallista, monocromática y referencial mientras que la de Stella es colorida, ensoñada, autobiográfica, con una tristeza honda muy singular. Pero al mirar los cuadros, vi que ambos se paran a una misma distancia de las figuras que hay en ellos. Como si vieran con una misma lejanía su propia imaginación, una especie de racionalidad o frialdad frente al disparate. Algo parecido pasa en Alicia en el país de las maravillas, al que invocan desde el nombre de la muestra. El “nonsense” que se despliega en el libro de Lewis Carroll no es un delirio sino un sentido distinto, una problematización del sentido común o una puesta en escena de sentidos raros, dislocados, etc. Un sacudón a su protagonista, que en edad escolar, confía más que nunca en los saberes y en la construcción de la identidad. Por eso Alicia, aunque dispuesta a la transformación y a la aventura, se muestra terca. En esa frialdad distante y disposición a ver su propia imaginación se encuentran Nicolás y Stella, y en ese encuentro se forma algo que no es ni él ni ella.

A su manera, los dos logran salir del ensimismamiento de sus neurosis, ensoñaciones, fantasías negras y obsesiones. Todo eso que parece único e intransferible a lxs demás. Las obras de Nicolás, por ejemplo, parecieran decir: “¡mi imaginación es la imaginación del mundo entero!” o, al menos, de la cultura occidental. Sus figuras y escenas, fascinadas por lo horrendo, son como un resumen de los mirabilia medievales, bestiarios de criaturas y portentos, entre otras referencias siniestras o apocalípticas. Su trance es el del compendio. Su idea de monstruosidad es fría, enciclopédica, distinta a los discursos que exaltan la palabra para reivindicarla para el “yo mismx”. Entre telones, detrás de velos y harapos, las imágenes salen teatrales con un ¡tarán! obvio, como si dijeran: ¡claro que somos monstruos, siempre lo fuimos, no hay más que monstruo al interior! Truculento pero no triste, su detalle obsesivo de miniaturista es muy alegre. De una forma medio archimboldesca, indaga en lo feo, en lo deforme, y en la ilusión del punto de vista. “¿Esta teta es una cebolla?” “¿Estos vestidos son un escobillón viejo?” “Ay, ay,no verás más que lo que estás acostumbradx a ver, cierto?”, dicen. “Tal vez algún día veas otra cosa”.

Los dibujos de Stella son más autoreferenciales, si se quiere, simplemente porque la divisamos entre las criaturas de sus universos mentales. A veces como un ciempiés, con cuerpo de árbol, bicéfala, otras veces aplastada hasta achatarse con el caos imaginario que, sin embargo, nunca deja de controlar. Hay un dibujo en particular, tal vez el más grande de la sala, que retrata bien esta escena de pararse frente a la propia imaginación, como si enseñara (demostrara) que nadie es tan especial, que todxs podemos hacer el mismo ejercicio. En él, una gran Stella de enormes brazos sostiene con una mano un yo empequeñecido y con la otra el tobogán de su propio interior, donde es arrojada ella misma con forma de cuchara, así como Alicia cae por el tobogán de un pozo, justo antes de volverse adicta a ser el centro de atención de las aventuras. Inversamente a Nicolás, las maravillas de Stella parecen a simple vista más felices, pero el color lavado de sus lápices transmiten una aflicción de los bajos fondos de su pensamiento, lo que le podría pasar a cualquiera viéndose por dentro.

En una escena del libro, Alicia tiene un encuentro desconcertante con una oruga mala onda que la deja muy contrariada. “¿Quién eres tú?”, le dice la oruga. Como Alicia había pasado por una serie de transformaciones y, además, es una niña de educación victoriana de buenos modales, encuentra decepcionante no poder contestar a la pregunta. La oruga, un poco cínica, para quien la transformación y disolución del yo es una obviedad y no un trauma, se ensaña con ella, poniéndola a prueba. En el medio de la sala, tuve la sensación de que esta conversación entre imaginaciones (eso que cada unx siente tan personal e importante), al igual que la conversación entre la oruga y la protagonista, desarmaba un poco la metafísica de la identidad. Esa tontería del yo y las bases sobre las que se empieza a elucubrar la megalomanía. Yo había entrado con una actitud un poco conservadora, prejuzgando que la juntura entre estxs artistas era rara porque sus imaginaciones eran muy distintas, que no llegaría a expandirse lo suficiente ninguna de ellas. Pero los mismos dibujos me respondieron: “¿Por qué esperabas ver la parafernalia de una imaginación desplegándose en una muestra? ¡Jujurujú! ¿Qué te hace tan especial? ¡nada te hace tan especial! ¡Zis, zas y zas! ¡Ni la normalidad, ni la diferencia, nada te hará tan especial! ¡Tu imaginación es profunda y frívola, personal e impersonal, como la de cualquiera, como la del mundo entero!”