SEBASTIAN GORDIN

Mi eco, mi sombra y yo

26/07 al 31/08

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En su sexta muestra individual en Ruth Benzacar Galería de Arte, Sebastián Gordín juega con las reverberaciones de imágenes coleccionadas en cuadernos de viajes, memorias familiares y gabinetes de su taller. Sembradas en un extraño mapa de vías siempre paralelas, el artista sabe encontrar el modo para tejer entre estas rutas caminos como telarañas.

La exposición se desplegará en la Sala 1 de la galería, hasta el jueves 31 de Agosto.

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Mi eco, mi sombra y yo: una fábula.
Francisco Garamona

Primero estaba el verano del color, donde los artistas se dispersaban por el campo llevando maletines de madera con sus elementos de pintura, y cruzados sobre la espalda sus atriles de campaña, portátiles y plegables, que casi no pesaban nada. Se protegían del sol de la mañana con boinas o sombreros que los hacían parecer hongos nacidos después de la lluvia. Listos para confirmar en sus telas la persistencia de las formas naturales, que miradas en perspectiva parecían planos superpuestos, volubles en sus retinas; los mismos que un tiempo después, recortados del paisaje, mostrarían el camino hacia la abstracción…

Sus obras tenían colores que se adherían al aire por prodigios de luz, y trataban motivos misteriosos o sensuales, como la persistencia de un sentimiento, o el reflejo de un relámpago sobre la superficie de una uña del cuerpo amado. Tenían tendencias a miniaturizar lo grande y agigantar lo pequeño. Se decían que todo se trataba de una “cuestión de escala” con la que descifraban el mundo. Lo interpelaban e interpretaban luego en sus estudios meditando sobre libros de alquimia o ingeniería, manuales que enseñaban a fabricar autómatas y otras actividades más que adquirían en sus pensamientos la sombra de un hombre sudamericano que caminaba por calles solitarias, llenas de enormes almacenes, por donde debía avanzar. Y entonces de golpe, al doblar una esquina, veía su cabeza reflejada en las vidrieras de un bazar cerrado atiborrado de baratijas, que en la penumbra adquirían el valor de talismanes contra el abandono.

Y así, desplegando los poderes de los geniales pintores que lo habían creado con sus mentes que conocían todos los secretos de la materia, pudo destruir la fortaleza de lágrimas que se multiplicaba en drásticas atmósferas y entregarse a la vida verdadera, para la que lo prepararon mostrándole los secretos del mundo en un espejo pálido.

Y entonces nació la primavera del arte. Que era una contraseña de un grupo de iniciados que pintaban sobre vidrios que rescataban de mansiones abandonadas por el paso de la guerra. La técnica que usaban era la de pintar directamente sobre el reverso del vidrio con esmaltes, invirtiendo los detalles de la composición, a la que acompañaban de láminas de oro, cobre o plata, que daban brillo y profundidad a esa superficie inalterable que iban conquistando con cada pincelada. Y el sonido de la pintura mientras era aplicada generaba un eco que acentuaba las imágenes, volviéndolas más cercanas aunque distantes, cubiertas de veladuras de cuño metafísico o metafórico. Otras se adentraban en el flujo de la realidad, o se quedaban ovilladas en lo más opaco del sueño, cuidando que nadie fuera a despertarlas, para entregarlas a la liviandad de los significados. Mientras tanto persistían en sus búsquedas de locas simetrías o se ocultaban en cápsulas con textura de nubes.

Alguien había olvidado un antifaz de seda sobre una máquina de humo que escribía palabras que eran conjuros que protegían de la muerte a quien las leyera. Eran palabras sueltas que no armaban frases, pero que cada una había sido pensada por Sebastián Gordín en sus noches de insomnio, desde que era un niño. Y él las había repujado y bruñido dentro de sus labios, de tanto repetirlas. Es que para él eran fórmulas mágicas que operaban hechizos, para encontrar un conejo de fuego en una galera de hierro, o un castillo de cristal dentro de su corazón.

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Mi eco, mi sombra y yo
Por Sebastián Gordín

Hace no mucho tiempo, me encontré con una canción llamada Nosotros tres, mi eco, mi sombra y yo. Una persona que camina sola, en busca de quien ama, mientras conversa con su eco y camina junto a su sombra, y aunque el mundo pueda resultar hostil, estos dos camaradas siempre lo acompañarán

Mi eco, mi sombra y yo, estas figuras se filtraron primero en mis dibujos, luego en mis anotaciones. Comencé  por el final y pensé en el Yo que quisiera ser: Un monstruo de mil cabezas. Pero ya me resulta complicadísimo tener sólo una. Ok, bajemos las expectativas. Dos cabezas parece más fácil de manejar. Pero… ¿Qué clase de monstruo? Un monstruo de los sueños de la razón… o un Muppet. Creo haber encontrado el Yo : Goya y Crazy Harry (We like explosions)

De vuelta en la canción, Wiki me dice que si el sonido ha sido deformado hasta hacerse irreconocible, deja de llamarse eco y se lo denomina reverberación. Con las imágenes que veo pasa también. Se reflejan en mí, se deforman y regresan a su emisor irreconocibles. Cuando era niño usaba las fotografías de la revista Goles como manual de dibujo anatómico. Gatti choca con Astegiano y se fractura la mandíbula. Su cuerpo yace en el piso. Es el Cristo de Mantegna. Un centelleo de esos dibujos en escorzo apareció en mis primeras historietas. Reverberaciones de un mundo.

Cuando empecé  la escuela primaria, en 1976, entusiasmado ante el hecho de que iba a aprender a leer, mi padre me regaló El país de las sombras largas, de Hans Ruesch. Todos mis recuerdos de esos años son nocturnos. Sin embargo, una remembranza de un atardecer: cuando mi sombra se estiraba y mi cabeza de las sombras se separaba metros y más metros de mi sombra de los pies pude ver lo que veía Ernenek en el Artico, hasta que mi larga silueta fue devorada por la sombra de un edificio de departamentos. Hoy miro el álbum familiar y me sorprende ver en las fotos la luz del sol que yo creía ausente mientras vivía una larga noche Inuit.

Voy a dejar que mi eco se mueva como un dragón en un laberinto, disparando bocanadas de fuego. Juega a hacer esto desde hace años, persiguiendo a mi sombra y aunque parezca peligrosísimo, es inofensivo. Mi sombra es incombustible. Mientras tanto, sólo por esta vez, yo me iré a caminar por la ciudad

 

Obras

Mi eco, mi sombra y yo at the Black Box Foundation.
2023 Acuarela sobre papel, terracota, gato de porcelana, caja de cartón. 6 x 43 x 41 cm
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Cosa Rara
2023 Óleo sobre tela 70 x 56 cm
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Mi año araña
2015 Madera, corcho, bronce, taco calendario araña. 42 x 62 x 18 cm
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Seré tu espejo
2023 Vidrio, tinta acrílica, plata. Medidas variables
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Dibuje
2023 Madera, vidrio, tinta sobre papel, cobre, cerdas. 56 x 110 x 59 cm
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Eco
2023 Madera, vidrio, tinta sobre papel. 63 x 92 x 65 cm
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If
2023 Vidrio, tinta acrílica. 26 x 18 cm
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La primavera de la pintura # 2
2023 Vidrio, tinta acrílica. 28 x 18 cm
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